“El cuerpo de los Condenados y La resonancia de los Suplicios”

Foto: "Castigo" www.google.com/imagenes

Así cómo se han formado las sociedades a la par con la evolución del hombre, también ha sido evidente la necesidad de controlar a todas las personas que hagan parte de ellas y la historia misma se ha encargado de demostrar que las diferentes aplicaciones que se han visto en la regulación de las personas van dirigidas de una forma u otra al cuerpo mismo, hace mucho los castigos eran torturas para el cuerpo directamente, hoy los castigos van dirigidos al alma por medio de privaciones del cuerpo.

Para las épocas anteriores al siglo XVIII la forma de establecer el control sobre las personas era aplicando castigos al cuerpo pretendiendo la salvación, quien cometía el crimen era castigado bárbaramente ante un grupo de espectadores que eran testigos de la aplicación de justicia. Dichos castigos físicos debían incluir un sufrimiento proporcional al crimen; debían conservar una relación entre el crimen, el delincuente y la víctima; finalmente el castigo debía ser un método de verificación pública convirtiéndose indirectamente en un sistema preventivo.

Con el tiempo fue evolucionando la forma de castigar a los criminales, pasando de ser un acto de tortura y exhibicionismo a un acto discreto y poco doloroso físicamente. Por ejemplo si el criminal de acuerdo al código penal que lo regía debía morir, entonces podría ir a la guillotina, o si su falta no era falta debía ir a un centro carcelario donde debía someterse a trabajos forzados, a una disciplina estricta y a privarse de muchas cosas de las que podía disfrutar antes de cometer algún crimen.

Cuando aparece la cárcel como castigo se comienza a hablar de la economía del castigo, donde el tiempo y el cuerpo se pueden convertir en formas productivas para aportar a la sociedad a la que se le hizo daño. Los castigos otorgados a los criminales para entonces eran métodos correctivos y posteriores al daño hecho, pero paralelamente se desarrolla la resonancia de los suplicios; donde los testigos al presenciar semejantes actos de castigo prefieren no cometer ningún tipo de crimen y también el poder de los soberanos se hace más y más fuertes.

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